9 ene 2011

Bloodlust

Levanté los ojos y entonces lo vi.

Su olor me había atraído aún antes de poder mirarlo.

Pero tenía miedo de mirarlo. Ya sabía que sería mi perdición...

“Buenas tardes.”.

Su voz era melodiosa. ¿O es que mi mente ya estaba totalmente perdida? Mojé mis labios sin separar los ojos del monitor de la computadora en donde tecleaba… o al menos pretendía teclear.

“Buenas tardes.”. Sin estar segura de mi propia voz, continúe. “¿En qué puedo ayudarle?”.

“Busco al Licenciado Martínez.”.

Traté de no despegar los ojos del monitor. No deseaba verlo. La sangre me palpitaba en la sienes y la vista se me nublaba.

“Su oficina está por allá. Me parece que está en su lugar.”.

Mi voz era segura… o al menos eso pensaba. Sentía su mirada sobre mí y sentía que no podía soportarlo. Continúe con mi trabajo como si nada pasara, como si en realidad no me extrañara la presencia de este extraño.

Cuando se alejó hacia la oficina del Licencia Martínez, sólo entonces, me atreví a levantar la vista…

No era un hombre muy atractivo pero había algo en su aroma que me estaba volviendo loca. Su voz también tenía un tinte encantador que me perturbaba. Mojé nuevamente mis labios y traté de contenerme.

La mente me daba vueltas, sentía que me mareaba. No, no, debía contenerme. Pero su aroma aún flotaba suavemente a mi alrededor. Mis ojos fijos en el monitor de la computadora miraban sin mirar, todo borroso ante mi vista y aún más confuso en mi cabeza…

No podía decidir si quedarme donde estaba o levantarme y alejarme. Nadie me extrañaría si me desaparecía unos minutos. En el turno nocturno, no pasa demasiado. Casi nunca pasa nada… Hasta el día de hoy, que llega este extraño…

Y el extraño se demoró un par de horas en salir. Fue suficiente para que recuperara un poco la calma.

Pero su aroma aún me perturbaba y cuando flotó hasta a mí de nuevo, entonces supe que no tenía más remedio…

Nadie me extrañó en los minutos en los que me desaparecí. No tomó demasiado pero para mí fueron unos largos instantes llenos de placer…

La carne destrozada por mis dientes, su dulce sabor tan delicioso como el suave aroma que emanaba de su piel.

Su sangre oscura, fluyendo por sus venas desgarradas. Su corazón tan fuerte perdiendo fuerza…

Pero sobre todo, su intenso sabor, que me enloqueció aún más que su aroma…

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