7 abr 2007

EVIL - Parte 2: De cómo unos nubarrones ensombrecen a la luna

Los días se pasaban unos tras otro, dentro de la fortaleza, en la biblioteca, en la sala de estudios, para los dos jóvenes hijos de los gobernantes de Gouden. Paseos, caminatas y más estudio, ese era el entretenimiento de los muchachos. Y siempre era la misma historia, Gavriil salía sola y su hermano mayor la seguía, al pendiente de ella, de que no le ocurriera nada mal.

- ¿Podrías decirme por qué cada día de mi existencia estás detrás de mí? ¿Hasta cuándo habré que soportar tu indeseable presencia? ¿Acaso no sabes lo mucho que me desagradas?
- Lo sé, pero hay algo más poderoso, más imperioso, que me obliga a permanecer a tu lado. Hice una promesa hace muchos años… Prometí que te cuidaría y pienso cumplir esa promesa hasta el último de mis días.
- Entonces, maldita sea la hora en que la mujer que me llevaba en brazos te hizo jurar que te harías cargo de mí. - La muchacha, en extremo cruel, ni siquiera se tomaba la molestia de mirar de frente a su hermano y nunca tenía sino palabras de odio y rencor hacia él.
- Yo no creo eso. Yo bendigo en cada momento la hora en que te conocí…

En ese momento, los aguzados ojos de Orlando descubrieron que, en uno de los caminos principales que llevaban hasta la ciudad, cabalgaba furioso un recién llegado y, quien sin lugar a dudas, llevaba prisa de entrar en la fortaleza.

- Mira, alguien llega a estas tierras; hostiga a su caballo para ir más deprisa; esto no me gusta, nadie entra a Gouden con semejante apuro. Será mejor que regresemos.
- Regresa tú si quieres; puedo tomar mis propias decisiones.

La muchacha le dio la espalda a su hermano y no pronunció nada más. El joven, que estaba preocupado por la impetuosa llegada de un extraño, se echó a correr sin hacer caso de su terquedad. Sin embargo, Gravriil era curiosa y, en esta ocasión, sentía que algo interesante estaba a punto de llevarse a cabo, así que echó a correr para enterarse de los motivos que guiaban al extraño hasta su hogar.

Gavriil corrió tan ligera, que ambos llegaron al mismo tiempo. El chico no se atrevió a mencionar una sola palabra al respecto, temeros de que la cólera de su hermana se encendiera de nuevo.
Al entrar al palacio, los guardias les informaron que el extraño lucía sumamente apurado y que había sido presentado de inmediato con los señores de Gouden. Los dos se dirigieron al salón principal y entraron en él.

Un hombre con ropas de viaje estaba arrodillado ante sus padres. El desconocido, de cabello tan rubio que parecía casi blanco atado en una trenza, de blanca piel y chispeantes ojos azules, lucía tranquilo y servicial hasta que los muchachos entraron en el salón.
- Tú, tú eres a la que busco…

Sin decir nada más, se lanzó contra la muchacha, con el objetivo de tomarla por los hombros. Los guardias se interpusieron entre ellos y detuvieron al hombre. La princesa, tomada por sorpresa, dio un paso hacia atrás, con una mueca de espanto que desapareció enseguida, reemplazada por una sonrisa fría y despectiva.

- ¿Cómo se atreve a amenazar de esa manera la vida de mi hija? - El desconocido se arrodilló nuevamente ante los pies del rey.
- Yo no buscaba… Espero que comprenda que hay que tomar acciones inmediatas contra este malvado ser…
- ¿Yo? ¿Un ser maligno? ¿Está usted loco? Ni siquiera sabe mi nombre y quiere tomar "medidas extremas" contra mí...
- Es necesario, así me fue ordenado. Mis señores, traigo instrucciones claras y precisas de la Primer Ciudad. La señora Derensezu tuvo una premonición durante sus sueños… Eso fue el año pasado. Tardó algunos meses en comprender el mensaje que había sido enviado; de hecho, fue necesario recurrir al adivino Haiku, para comprender de manera clara los detalles enviados por la visión. Fue un proceso complicado, largo y tortuoso, pero finalmente hace un par de meses, lograron comprender totalmente la predicción. Un mal interno amenaza a la familia Drake… Un miembro de la familia, un miembro que no es de su propia sangre, es la que pondría en riesgo la integridad de este reino y, tal vez, el de toda la raza de los ryujin. Sabíamos por las noticias que han enviado a la Primera Ciudad que ustedes habían adoptado a una hija, una ryujin aparecida en condiciones extrañas… Fue claro entones que era necesario venir a prevenirles y, más que eso, buscar la inmediata solución a este problema. Hay cosas demasiado importantes en juego… Sin embargo, es necesario advertirles que la órdenes que traigo no son de ninguna manera agradables.
- ¿Agradables? ¿A qué te refieres? Termina de una vez con tu relato… - El rey, impaciente, deseaba saber de una vez por todas las intenciones del recién llegado.
- Es necesario asesinarla, acabar con su existencia. Sin embargo, también es necesario… - El hombre guardó silencio, sus manos se retorcieron una contra la otra, los ojos vagaban perdidos por las lozas que cubrían el suelo del cuarto. - Gavriil, a la que adoptaron como hija, es un ser mágico creado con poderes oscuros, de los más terribles. Para mantener el hechizo, se debe alimentarlo con la energía vital de alguien más. Creemos que la energía vital que la alimenta es la del propio Orlando; para acabar con la magia negra, debemos deshacernos de la fuente de la que se alimenta.

Un grito de horror salió de la boca de la esposa de Veilen. Sus manos crispadas se hicieron nudo alrededor de las de su esposo. Se puso de pie de un salto y corrió a abrazar a su hijo, quien reflejaba su incredulidad con un tonto gesto en el rostro.

- ¡No! ¡De ninguna manera! ¡¿Asesinar a mi hijo?! ¡No lo permitiré de ninguna manera! Veilen, esposo mío… - Soltó a su hijo para postrarse ante los pies de su marido, sujeta a las rodillas, con sollozos mal contenidos. - No permitas que le hagan daño… ¡¡¡Por favor!!!
- Sansei… Yo… Niru, ¿estás seguro de lo que dices?
- Señor, con mucha pena, tengo que admitir que mi señora Derensezu estaba segura de lo que decía y sus órdenes fueron terminantes…

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