29 abr 2007

EVIL - Parte 5: De cómo la luna busca brillar con luz propia

El muchacho lucía apenado, sus brazos colgaban sin voluntad a sus costados, ni siquiera tomaban fuerzas en los puños, los ojos se perdían en las arenas doradas del desierto.

Tomó las riendas del caballo y lo guió hasta un arbusto, que parecía seco y, sin embargo, se aferraba a la vida. Lo ató a ese lugar para que no escapara, sabía que el arbusto resistiría, ya que el animal no era salvaje, y estaría protegido del viento.

Regresó al lado de su hermana, aún con la pena reflejada en la frente.

- Lo siento… Realmente no era mi intención tratarte de la manera en que lo hice… Sin embargo… Nuestras opciones eran pocas y yo me sentía desesperado.

Las piernas le fallaron y se arrojó frente a la muchacha, sobre la arena. La noche ya se extendía por el cielo y el clima, cálido durante el día, comenzaba a cambiar dando lugar a un helado viento.

Gavriil no cambiaba su expresión, sus manos se aferraban furiosas a los bordes de sus vestidos. Parecía que se mordía el interior del labio inferior con los dientes superiores. Por fin aflojó las manos y se decidió a hablar.

- Gracias. Sé que lo haces por mi bien, pero en realidad…

La mirada sorprendida de su hermano adoptivo, con las cejas enarcadas, interrumpió su discurso. Ni ella misma sabía lo que decía y no se sentía con el humor de dar explicaciones.

- Cuando escuché las palabras del enviado de la Primera Ciudad, por un instante creí… Creí que tenían razón y que tu existencia no era más que la de un ser malvado; que antes y ahora, solamente eras una mujer caprichosa y que, con tus antecedentes, pronto te convertirías en un espectro de las fuerzas malignas… Pero, esa fue mi primera impresión… Porque en realidad, nunca has hecho nada que nos haga dudar de ti. Tal vez seas… - La mirada fría de los ojos púrpura le hizo reconsiderar sus palabras. - Tal vez no seas la mejor personas en el mundo, mas no eres la peor… Realmente no creo… Posiblemente no se equivocan los sabios… Creo que hay esperanzas para ti, para evitar tu destino…
- Y por consiguiente para ti… Sé que mi vida no te interesa en lo más mínimo y sé que la esperanza que tienes es en realidad por tu propia vida… Así que, por favor, guárdate tus palabras…

Una sonrisa melancólica asomó a los labios de Orlando. Las yemas de sus dedos jugaron un poco con la arena, marcaron líneas que no formaron figuras con sentido… Buscaba las palabras que a continuación pronunciaría.

- Estás muy equivocada, querida hermana… Aunque no sé si sea apropiado llamarte de esa manera… Cuando pienso en lo que estoy a punto de decir. Mi vida… Por supuesto que mi vida me es valiosa y es importante, sin embargo, no es lo que más me importa en este mundo. Fui educado como príncipe, como soldado, como guerrero, con la firme idea de que si es necesario morir por aquello que me es valioso, entonces es una muerte grata y a la que no hay que temer. Y estoy dispuesto a morir por aquello que amo. Si mi muerte puede salvarte de alguna manera, entonces estoy dispuesto a morir… - Una risita tonta fue emitida por el pecho del muchacho, sonó extraña en esa solitaria noche en el solitario desierto. - Aunque creo que en esta ocasión, realmente mi vida es la que te mantiene a salvo…

Gavriil se levantó, no le causó gracia la pequeña e inoportuna broma de su hermano, de su raptor, de su salvador… Él la amaba y eso no era nuevo para ella. Desde hacía mucho que sabía de los deseos de su hermano y realmente no le importaba en lo más mínimo; le parecía ridículo que después de tantos años de odio y humillaciones, él sintiera amor por ella, amor profundo…

- ¿Y a mí que me importa lo que estés dispuesto a hacer por mí? Si es cierto lo que dicen, mis días están contados y no hay esperanza para mí. Y si existe esperanza, entonces todos ustedes encontrarán la destrucción de su raza…

Orlando, de pie, la siguió lentamente, se encontraba frente a ella. Miraba directamente en sus ojos púrpuras, sin temor, valiente ante las circunstancias… Y se convencía cada vez más que no era odio ni maldad lo que veía, sino solamente un alma obstinada que no dejaba salir lo que realmente sentía.

- Estoy dispuesto a arriesgarme. No creo que tu esperanza sea nuestra destrucción. Yo creo que el hechizo que te creó y que unió tu existencia a la mía tiene un fallo y te ha dado la oportunidad de convertirte en un verdadero ser, con mente y corazón, y que podrías ser capaz de rechazar tu destino si así lo deseas… ¿Acaso no quieres vivir? ¿Acaso tu corazón no late con fuerza, nervioso y vigoroso a un mismo tiempo? ¿Acaso no sientes a tu alma que se agita cuando estoy junto a ti?

Los brazos del hombre rodearon a la mujer. Ella se quedó quieta al sentir el contacto del otro, contuvo la respiración, las manos totalmente desfallecidas a sus costados. Él nunca se había atrevido a eso, a tocarla. Le parecía que el único momento en sus cuerpos estuvieron en contacto fue años atrás, cuando el pequeño niño la cargó, al bebé que era en aquel entonces, hasta el hogar de sus padres adoptivos. Sus manos nunca se rozaron y ella procuraba mantenerse alejada, hasta ese momento en que sintió el abrazo, fuerte y seguro, de su hermano.

- ¡¡¡Déjame!!!

Gavriil se liberó bruscamente del abrazo en el que se sentía atrapada. ¿Realmente su alma se agitaba de la manera en que Orlando describía? No, no deseaba eso… Aunque se sintió protegida, sintió el calor de su hermano, ella no deseaba eso. Era algo de lo que se había convencido en toda su existencia, que su hermano no sería sino una molestia para ella el resto de sus días hasta que…

Se alejó, molesta. El viento del desierto agitaba sus ropas, su cabello plateado. Sus huesos resintieron el frío de la noche, mas siguió con su furiosa marcha, con sus seguros pasos.

Su hermano permaneció en su sitio, confundido. Había sentido el agitado corazón de Gavriil junto al suyo. ¿Era esa una indicación de sus sentimientos? Tal vez sólo era su imaginación… Lo que era una realidad es que la muchacha se alejaba molesta…

Gavriil se detuvo; sus pensamientos eran sombríos, deseaba hacerle daño a Drake, la cabeza le dolía y sus manos se cerraban compulsivamente, como si no pudieran controlar su sed de destruir…

Cerró los ojos, pensó en lo que sentía. No, no era ella misma, era algo más que la dominaba, no su voluntad, sino la de alguien más. Gavriil no quería ser el títere de nadie, no quería que su voluntad estuviera regida por la de nadie, ni por eso que sentía ni por la de Orlando, por nadie, sólo ella…

Así había sido toda su vida, ¿no era así? Siempre llena de impulsos, de caprichos, que no dominaba y que hacían que todos la odiaran. ¿No había sido así toda su vida? No debía continuar de esa manera quería rebelarse ante eso que sentía. ¿Cómo lo haría? ¿Qué era lo que quería?

Se dio la media vuelta. Debía ir en contra de sus instintos, era eso, porque sus instintos le eran extraños y siempre la habían guiado por el camino incorrecto. Tenía que hacer lo contrario de lo que su mente le indicaba… aunque su corazón se revolvía desesperado por estar de nuevo en brazos de su hermano…

- Es tarde… Y el frío ya es insoportable… Será mejor prepararnos para dormir…

Regresó sobre sus pasos y tomó el envoltorio de ropa que Drake había cargado consigo. Orlando, al ver que ella no escaparía, se dispuso a establecer el campamento. Estaba tranquilo, era difícil que hubieran seguido sus huellas, así que por esta noche estaban a salvo…

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